Historias de El Pardo

Un lugar para el recuerdo de los Veteranos del Regimiento de Transmisiones



24/04/2008

La fuga de las Transmisiones (III)

Relato del comandante D. Eusebio Ruiz Bejerano que era sargento cuando sucedieron los hechos, el 21 de Julio de 1.936. También, como el de la entrada anterior, se publica por primera vez en la Red.
Fuentes: Revista “RED” (1.961)
Croquis del itinerario de la fuga en versión de la revista "RED" (1.961)
La fuerza del Regimiento se acuartela en El Pardo el día 17 de Julio, ya en las últimas horas de la noche. Para ello, y por medio de los ordenanzas que pernoctan en el Cuartel de la Montaña, se da aviso a los jefes, oficiales y suboficiales que residen en Madrid de que a la una del día 18 saldrían los autocares de la Glorieta de San Bernardo, cosa que así se hizo alrededor de la hora señalada. A esta cita puede decirse que no faltó oficial ni suboficial alguno, a pesar de que con anterioridad –si no recuerdo mal a partir de los sucesos de Abril en la Castellana- se nos había recomendado que para evitar añagazas o posibles emboscadas, siempre que se nos comunicase una orden especial habría de ser mediante una contraseña, que para nosotros consistía en una tarjeta de visita o cartulina, cortada arbitrariamente en dos trozos, uno de ellos en poder del mando y otro en el de cada uno.

De forma que, al recibir una orden, quien la llevase iría provisto de uno de dichos trozos, que habrían de coincidir perfectamente con el que obraba en el domicilio del destinatario. A pesar de ello, en muchos casos, seguramente por la premura del motivo, el ordenanza no llevaba dicha contraseña; pero la mayor parte, a pesar de la falta de dicho requisito, no dudaron en atender la orden, bien porque conocían al ordenanza y les merecía absoluta confianza, bien porque, dado el ambiente prerrevolucionario en que se vivía aquellos días, cada cual consideraba el cuartel como el único sitio digno de su confianza para responder a los ataques que de una u otra forma parecían esperarse.

Ya en el cuartel, los días 18 y 19 se hicieron reconocimientos en la Casa del Pueblo de El Pardo, detenidos algunos taxis con milicianos de Madrid. Creo que el día 19 fue el primer día en que el Regimiento no recibió el suministro de pan de Intendencia.

Pendientes de los sucesos de Madrid, de Campamento y del cuartel de la Montaña y a la constante escucha en las estaciones de radio montadas en el cuartel, permanecimos hasta las últimas horas del día 20, en que pudo captarse la declaración de guerra nacional en Segovia, y a partir de este momento los acontecimientos se sucedieron con rapidez inusitada.

Dicho día estaba yo de sargento de guardia. El oficial era el teniente don Jesús Guzmán Renshaw. Ese día por la tarde se presentó en el cuartel, el entonces ministro de Trabajo, Largo Caballero, para ver a su hijo Francisco Largo Calvo que era soldado de cuota. Le dio un beso, unas pesetas y se marchó. Duraría la visita unos minutos y no se le formó la guardia. Yo, como sargento comandante, tenía en el calabozo unos seis paisanos del pueblo, a los cuales nuestras patrullas, para cortar las comunicaciones telefónicas y telegráficas con Madrid, y para hacerlo con más tranquilidad y seguridad, les detuvieron por ser sospechosos.

De madrugada, el día 21, el teniente coronel Hernández Vidal reunió a los suboficiales en la Sala y nos dijo: “Nos marchamos a Segovia; el que quiera venir, que venga; el que no que se quede. Pero que no sea tan mala persona que nos delate”.

Aproximadamente, a las tres de la madrugada de ese día se hallaba formado el Regimiento en el patio del cuartel, sin la más leve oposición y en tan completo orden como si de un ejercicio se tratase. Ya formada la fuerza se nos comunicó por el mando la decisión tomada de unirnos a las fuerzas nacionales en La Granja o Segovia. En camiones, con todo el equipo, empezó la marcha hacia la capital castellana. Los paisanos detenidos quedaron en el calabozo y las llaves del mismo las tiré al monte.

Las fuerzas del Regimiento se componían, aproximadamente de cuatrocientos hombres. Cuando pasamos por Colmenar Viejo los milicianos eran un número muy apreciable; pero no hubo el menor incidente. Tal vez porque tanto camión lleno de soldados, con sus cascos y fusiles, les impresionara demasiado y les diera miedo. Por otra parte, la consigna era saludarles con una de sus frases habituales ¡U.H.P.!; pero al llegar al sector de Hoyo de Manzanares tuvimos la desgracia de que se averiara un camión “Morris”. El personal de dicho camión, sus oficiales y tropa, se dirigieron hacia la Sierra, pero fueron cercados por infinidad de milicianos, y allí tuvimos las primeras bajas: el capitán don Ricardo Salas Gavarret y los tenientes don Luis Árbex Güsi, don Alfredo Bárcena de Castro, don Ángel Sánchez Aguiló y el soldado Tomás López de Merlo. No recuerdo de más.

Continuando la marcha llegamos al puerto de Navacerrada; pasadas las Siete Revueltas y antes de llegar a Balsaín nos encontramos con un puente volado; pero debido a la habilidad de nuestros jefes, las mismas fuerzas que lo volaron nos hicieron un paso provisional para que nuestro camiones pudieran pasar.

El coronel Carrascosa se adelantó a La Granja para notificar a la Guardia Civil, que estaba atrincherada a la entrada de dicho pueblo, de la verdadera situación nuestra con respecto al Movimiento nacional. Al pasar el Regimiento por Balsaín fuimos calurosamente recibidos y obsequiados por el pueblo y colonia veraniega. La entrada en La Granja se hizo con gran entusiasmo y alegría de la Guardia Civil avisada ya por nuestro coronel.

Días después el Regimiento se disgregó, unos a Segovia; otros al Alto del León, y otros quedamos en La Granja. Todos como unidad de infantería, hasta que se reorganizaron las Transmisiones, momento en que marché al frente de Madrid, a la compañía de la 11 División, mandada por el capitán don Luis Anel Úrbez, en donde terminé la campaña.

Tenientes Guzmán y Abeilhé, sargentos Zamora Vázquez, Ruiz Bejerano y Hernández González y varios guardias civiles en La Granja

Sargentos Ruiz Bejerano, Zamora Vázquez y Félix H. González parapetados a la entrada de La Granja

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Nota.- Respecto al día de la visita de Largo Caballero hay una pequeña discrepancia respecto a la fecha exacta. En el libro “Recuerdos” de Largo Caballero, dice: “Al día siguiente 18 de Julio estuve en El Pardo a ver a mi hijo Paco. Hacía tres días que había ingresado en el ejército en la Compañía de Transmisiones. Le pregunté si existía novedad en su regimiento, y me contestó que no. Después he sabido que el coronel y demás jefes, dando vivas a la República, se llevaron al regimiento a Segovia, haciendo prisionero a mi hijo. Se lo llevaron a Sevilla, y lo encerraron en la cárcel, donde ha estado siete años sin procesarle ni tomarle declaración alguna ¡Siete años preso por el delito de ser hijo mío!” Ese párrafo está escrito exactamente el 10-Junio-45 y se refiere a hechos sucedidos 9 años antes.

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