18/05/2013

GUARDIAS DEL REGIMIENTO DE S.E. EL JEFE DEL ESTADO (AÑO 1960)

He leído en algunos comentarios de este blog la situación profesional y administrativa de los miembros del Regimiento de la Guardia de Franco. Por si sirve de aclaración para algún lector que pueda interesarle le explico cómo era en la época que yo estuve en El Pardo. Más o menos estaba enterado porque tenía algunos amigos dentro de aquél regimiento.

Los aspirantes al ingreso tenían que pasar unas pruebas parecidas a las de ingreso para la Guardia Civil o la Policía Armada. Eran muy estrictos en los antecedentes penales y políticos. Una vez aprobado realizaban un cursillo de formación en el cual se dedicaban varias horas al día a la instrucción en orden cerrado y a la gimnasia. Si superaban el cursillo (generalmente todos lo aprobaban), pasaban a ser nombrados Guardia del Regimiento de su Excelencia el Jefe del Estado. Su misión era realizar servicio exterior del Palacio de El Pardo, (garita, plantón, centinela, etc.); la frecuencia y el horario era lo que antes se denominaba 24X24. Es decir, 24 horas de servicio por 24 libres. El relevo se realizaba en las primeras horas de la mañana y era parecido al que se hacía en cualquier otro cuartel del ejército.

Tenían derecho a un mes de permiso al año, si en Navidad lo permitía el servicio podían disfrutar de algunos días, pero eso era graciable.

A los 12 años de servicio activo, si la hoja de servicios del guardia estaba limpia —sin arrestos disciplinarios— y el comportamiento, a juicio de sus superiores era bueno, le concedían la “Consideración de Suboficial” (lucían un galón de sargento en forma de V invertida en la manga derecha de la guerrera o capote). Esto no era un ascenso, seguían siendo guardias rasos, tenían que saludar obligatoriamente desde suboficial para arriba a todos los miembros de las Fuerzas Armadas. Algunas veces surgían controversias porque estos profesionales, generalmente ya mayores y muy curtidos en servicios, eran reacios a saludar por obligación a los sargentos jóvenes especialistas que, algunos no llegaban a los 21 años. De todas maneras, siempre se solucionaba el pequeño conflicto con una llamada de atención del superior al inferior, y éste, argumentado que “no se había dado cuenta”.

El guardia del Regimiento de S.E. el Jefe del Estado que disfrutaba de la “Consideración de Suboficial”, tan solo le servía dicha consideración para viajar en tren en 2ª clase —al igual que los suboficiales de las FF.AA.—, y si era hospitalizado en un hospital militar, para estar en la sala de los suboficiales. En todo lo demás eran como un soldado profesional. No tenían derecho a saludo por parte de nadie.

Naturalmente, también existía la oportunidad de poder ascender a cabo, cabo 1º, sargento, etcétera. Pero las plazas eran siempre muy limitadas.

La paga que percibían en los años 60 del siglo pasado, un miembro de la guardia recién ingresado, andaba alrededor de las 2.700 pesetas mensuales, los veteranos con familia a su cargo y varios trienios podían sumar unas 1.200 pesetas más (aproximadamente).

Dentro del regimiento, había una Compañía que prestaba servicio en el interior del palacio, estos se distinguían de los otros en que, en lugar de gorra de plato usaban una boina con borla, se les denominaba “Guardia de Interior” o “Guardia Personal”. Para entendernos, digamos que eran los de confianza, ya que prestaban el servicio en los pasillos y estancias por donde andaban el Jefe del Estado y su familia.

Luego pasaba como en cualquier otro regimiento del ejército, existían oficinistas, radiotelegrafistas y otros destinos.

Antonio Colomina Riquelme