Iglesia de El Aaiún
No he podido
resistir la tentación, seguro que ha
prevalecido más la memoria que los años, pero, tampoco estoy de acuerdo... Algo
más recóndito lo ha motivado y estoy convencido que se ha originado en un
impulso del corazón y toda mi alma.
Es evidente que el
transcurso de los años puede entorpecer el reflejar múltiples episodios de una
vida, pero puedo asegurar que, sin pretender emular a ningún historiador, si
que he logrado llenar mi “mochila” de datos y papeleo, una alforja acarreada en
mi espalda ha causado una simbiosis entre lo externo e interno.
Pero, no todo se ha
concretado en un etéreo memorandum puesto que en el componente también
se ha añadido el factor humano con infinidad de fisonomías que han perdurado y
perduran tanto en el recuerdo y distancia como en el trato, afortunadamente con
vigencia en el día de hoy.
Hace pues, 60 años,
que el azar unió a todo un grupo con el
atuendo caqui, con toda la sencillez a unos chavales veinteañeros y sus jefes responsables en su Servicio Militar,
formando parte de una Compañía Expedicionaria de Radio del Rgto de Transmisiones nº1 de El Pardo, siendo el
destino el A.O.E. , donde permanecieron ocho meses como integrantes de la
pacificación en el conflicto denominado de “ Ifni-Sahara 1957-58”.
En aquellas tierras
ardientes e inhóspitas, además del cumplimiento del deber, se forjaron vínculos
de amistad, logrando convertirlos en familiares. Allí pudimos
conocer el auténtico valor de la convivencia y del respeto, allí quedaron los
suspiros, los temores y las lágrimas,... tal vez también los sudores habrán
hecho florecer con posterioridad alguna rama, alguna planta, e incluso alguna
palmera. El Siroco y el sol son los mismos.
Esta es una humilde
loa dedicada a todos los que participaron en aquella contienda -tanto
desgraciada como olvidada-, y quiero recordar a todos los que pudimos regresar,
como igualmente al compañero que allí
perdió la vida como fue el Cabo 1º Pedro Fernández Mayoralas Ruíz, cuyos restos
junto con otros muchos permanecen en unas arenas que bien seguirán cobijando a
héroes en unos mausoleos lamentablemente
no localizados. Pero sabemos que ellos siguen en primera línea, no será posible
el relevo, pero muchos pensamientos les
acompañarán siempre.
Quede para las
futuras generaciones nuestro homenaje al que acompaña el sensible y adecuado
proverbio árabe : “El amor de un hombre por una mujer, es como la
luna, que crece y mengua, pero el amor de un hermano por otro hermano es eterno
como las estrellas que brillan sobre el desierto.”
José R.Manuel
Sabaté
(1957-1958)
MANRESA, 2017