23/10/2008

Aquellos cursos de Transmisiones

Los cursos de Trasmisiones eran una característica clásica en nuestro antiguo Regimiento. Raro era el soldado que no había estudiado alguna de las especialidades disponibles. Salvo que tuviese algún destino fijo como electricista, fontanero, sanitario, calefactor, conductor, etc… Eso sí, al hacer el curso de cabo o cabo 1º era obligatorio hacer también una especialidad de Transmisiones.

El curso que más duraba era el de Jefe de Centro (sólo para cabos primeros). Nada menos que seis meses con varias horas de clase diarias. Luego estaba el de radiotelegrafista, mínimo 3 meses. Primero se hacía el curso de radio 3ª que se superaba si recibías 12 palabras por minuto, después el radio 2ª (18 palabras) y el radio 1ª que era el no va más: 22 palabras por minuto. Este último lo tenía muy poca gente, sólo algunos privilegiados de la radiotelegrafía.

Otros cursos dignos de mencionar eran, por ejemplo, el de celador de líneas, muy fatigoso por cierto, pues consistía en subir cable telefónico a los postes, a los que había que incorporarse con la ayuda de unos garfios que se ataban con correas a las botas, denominados trepolines y trepadores.

Una vez aprobado cada curso mediante el obligatorio examen teórico y práctico te daban el carnet y si querías presumir, te comprabas en una tienda el distintivo o chapa correspondiente para lucir en el uniforme, de los que se muestra una pequeña colección en la foto de arriba y aquí debajo la lista completa de especialidades que se estudiaban en El Pardo.

7 comentarios:

  1. Amigo Julio: Esa era la grandeza y el orgullo de pertener a nuestro Regimiento, la doble función. Como militares pertenecientes al Ejército de Tierra desarrollábamos todas nuestras obligaciones: instrucción en orden cerrado y abierto, tiro, marchas, maniobras, servicios de toda índole... desde el imaginaria, pasando por guardias, retenes, vigilancia de Plaza y de Zona, hasta cubrir carreras cuando llegaba una alta personalidad, (yo lo hice cuando nos visitó el presidente de los EE.UU. General Eisenhower), etc. Y no digamos como cabo y cabo 1º. Sin embargo y, además, teníamos la preparación suficiente para manejar una emisora, instalar unos altavoces en la Castellana para el desfile, tirar unas líneas o volar una paloma mensajera. Por eso, los que hemos servido en nuestro Regimiento no nos olvidamos nunca de él.
    Los del Cuerpo de Suboficiales Especialistas de Transmisiones (Parque Central), eran muy buenos en su trabajo, pero ellos sólo se dedicaban a su especialidad, mientras nosotros éramos "todo terreno".
    Un saludo a todos.
    Antonio (Alicante)

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  2. Tienes mucha razón, amigo Antonio: nosotros fuimos “soldados para todo”, lo mismo operábamos una emisora, que nos subíamos a un poste de teléfonos, que al día siguiente teníamos guardia, o hacíamos la limpieza de la compañía, haciendo gimnasia hasta fatigarte al máximo, o marcando el paso con aquellos fusiles Máuser que pesaban más de 4 kilos.

    Era impagable el trabajo que teníamos a cambio de aquel inefable rancho que nos comíamos con los ojos cerrados del hambre que tanto nos urgía.

    Y qué decir de aquellas migajas de paga que apenas te llegaba para tomarte algunos bocadillos en la cantina acompañados por un pequeñísimo vaso de vino peleón. Si no fuera por la ayuda de nuestras familias qué hubiese sido de nosotros.
    Un abrazo.

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  3. Julio, de la "paga" qué te voy a contar. Este servidor, con el sueldo de cabo 1º, el primer período de reenganche y la especialidad de radiotelegrafista, 275 pesetas al mes. A cambio realizaba servicios de suboficial: semanas, guardias, vigilancias, etc.
    Había para algunos privilegiados un chollo que llamaban "rebaje de rancho", eso suponía cobrar 600 pesetas más, pero no fue nunca mi caso. Los que cobraban esa prebenda no tenían derecho a comer en el cuartel, pero lo hacían con el beneplácito de los jefes.
    De esa forma allí existían dos clases de cabos primeros: los ricos y los pobres.
    Se daba la circunstancia de que los que cobraban el rebaje de rancho, se metían en las 900 pesetas mensuales (mucho dinero en aquella época teniendo ropa y comida gratis) y encima, solían estar enchufados. Resumiendo: los cabos 1º pobres cobrábamos menos de la tercera parte que los ricos y éramos el caballo de batalla. Ellos cobraban más y estaban en oficinas o destinos "reservaditos" de la vulgar tropa.
    Un abrazo
    Antonio (Alicante)

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  4. Antonio: me has tocado con lo del “rebaje de rancho”. Esos espécimenes también existían en mis tiempos. Eran cabos y cabos 1º que supuestamente no comían en el cuartel, con el pretexto de sus destinos “especiales”, pero a muchos se les veía con el chusco bajo el brazo en formación delante de la puerta de los comedores en cuanto tocaban fagina.

    Por lo que se refiere a sueldos, aumentaron un poco en el 64.
    Cabos: 150 pesetas mensuales
    Cabos 1º: 350 (sin reenganche)
    Los reenganchados cobraban cerca de las 1000.
    Pero había que tener en cuenta que un billete Madrid-El Pardo costaba 5 Ptas. Un bocadillo y un tinto en la cantina 15 ptas., un periódico 3ptas. etc… La paga llegaba apenas para una semana de gasto.

    Un abrazo.

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  5. Hablando de sueldos, para que se hagan una idea los internautas más jóvenes que nos visitan, en aquella época, el salario mínimo interprofesional estaba en unas 60 ptas. diarias (1.800 al mes) y de entre los militares, los suboficiales cobraban 2.500; los oficiales unas 3.500 y los coroneles 5.000, aunque solían variar las pagas según la antigüedad, número de trienios, condecoraciones y demás.
    Un saludo a todos.

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  6. Querido Julio: Completamente de acuerdo en la miseria de sueldos que había, pero ¿Qué me dices de la comida?
    Para no extenderme te pondré un menú de un día cualquiera en mi época:
    Desayuno: agua blanquecina caliente (le llamaban café con leche), si querías mojar algo tenías que dejarte un poco del chusco de la cena.
    Comida: Cocido madrileño y de postre naranja. (Sopa de fideos hecha con tocino rancio, garbanzos con un poco de repollo y un hueso para repelar). Naranja pequeña y a veces "tocada".
    Cena: Judias pintas y pescado frito, le llamaban "pesca", otros días cambiaban el pescado por un huevo duro metido en una salsa verde tan mala que para comerte el huevo lo tenías que lavar en el vaso del agua.
    Resultado de todo: Tenías que alimentarte en la cantina a base de bocadillos de sardinas o de atún en aceite.
    Todo esto no lo digo para ti, que tú lo sabes bien, lo digo para la gente de ahora que se quejan de todo y viven como reyes.
    Un abrazo
    Antonio (Alicante)

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  7. Estimado Antonio: lamento la precariedad que tuvísteis vosotros que, la verdad, es muy lamentable.

    Por lo referente a la comida, cuatro años después de tu estancia, mejoró bastante. Se conoce que aumentaron el presupuesto.

    A nosotros nos daban 3 chuscos al día. Uno pequeño para el desayuno y los otros dos grandes para la comida y cena. El desayuno se componía de chocolate con leche (quizá algo aguado) y un cubito de mantequilla que lo podías untar en el chusco pequeño o, simplemente echarlo dentro del tazón para darle más “sustancia” al chocolate. A esto le añadías algún bollo comprado a Doña Vicenta.
    En la primera comida ponían 3 platos, postre y vino.
    Por ejemplo: la minuta del día sábado 16 de Octubre de 1.965
    1.-Paella valenciana
    2.-Menestra de cordero
    3.-Huevo frito en salsa
    4.-Fruta y vino
    Las cenas eran más flojas:
    1.-Fideos con chorizo y tocino
    2.-Pescado frito
    3.-Fruta

    Aún así, como éramos tan jóvenes, siempre nos quedábamos con hambre y pasando por la cantina, terminabas de llenarte el estómago.

    Un abrazo.

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