Esta foto de primeros de los 70 es una bella estampa de una época en blanco y negro. Con soldados de uniforme en horas de paseo, deambulando por las calles sin rumbo fijo y con poco dinero en el bolsillo. Mirando los escaparates de las tiendas mientras se comían pipas de girasol o devorando con los ojos a las chicas inalcanzables que pasaban por el entorno. Alguna cervecita en un bar. Una fugaz partida de billar en salas al uso. Ocasionalmente una sesión contínua en un cine de barrio, sin fijarse mucho en la cartelera de la fachada. Si el tiempo lo permitía, una vueltecita por el Parque del Retiro a conversar con las “chicas de servicio” que sacaban a pasear a los niños de sus señoras. De vez en cuando, un vistazo en la lejanía, por si se divisaban una pareja de cascos blancos de la PM, que en lugares estratégicos, se dedicaban a la caza y captura de soldados descuidados… Y de vuelta al cuartel
Pues si. De esa guisa lucíamos el tipo los que hacíamos la mili por aquellos años. Vestidos "de romanos", le decíamos. Naturalmente, solo las primeras veces. Las siguientes eran de civil, aunque estaba prohibido, porque ese traje "de romano" era incomodísimo. Ese cambio de traje era un fructífero negocio para varias pensiones, que te lo custodiaban y lavaban con la ropa sucia por poco dinero.
ResponderEliminarLa verdad, es que el uniforme ese era de lo mas feo. Me gustaría saber quien lo diseñó, aunque estoy seguro que nunca lo utilizó. Y si encima, llevabas el 3/4, con la mugre acumulada de generaciones, no veas la pinta.
En fin, recuerdos.
Saludos cordiales, A. Marrero
Llevas razón, estimado Antonio. Eran uniformes bastante feos. Este de la foto era un uniforme de transición, entre los nuestros de los años 60, es decir, gorra montañera, chaquetilla corta cerrada, pantalón recto y botas cortas, y el que apareció a primeros de los 80: guerrera abierta con camisa y corbata, boina, pantalón recto y zapatos de cordones.
ResponderEliminarGracias por tu comentario y un saludo.
Lo que dice Marrero es muy acertado, pero en mi época todavía era la vida del soldado mucho más austera. En los paseos del Retiro, había algunos que se acercaban a las "chachas" con la finalidad de comer algo de la merienda que llevaban para los chiquillos que cuidaban. Parecerá una exageración, pero os lo puedo asegurar, se comían la merienda de los críos, vi a alguno hasta empinarse un biberón, y si de paso podían rozarse un poco con la criada, tarde completa de domingo.
ResponderEliminarUn abrazo a todos.
Antonio (Alicante)
Amigo Antonio de Alicante: desconocía los detalles de las meriendas con las “chachas”, pero dados los tiempos que corrían no me extraña nada.
ResponderEliminarLo cierto es que el Parque del Retiro de Madrid se llenaba todos los domingos mayoritariamente de soldados, marineros y “chicas de servicio” con sus respectivos niños. Era la única forma de “ligar” algo, pues las chicas “señoritas” normalmente no querían saber nada con la tropa de uniforme.
Un abrazo.
Cierto lo la austeridad en años anteriores a los 70. Mas bien diría miseria y además desigualmente repartida. Unos cuarteles eran mejor que otros, pero todos eran pobretones. Mejoraron con los comedores y ya no hubo que comer en el suelo y compartiendo platos. mejoraron con la instalación de duchas y letrinas. Mejoraron alojando a los soldados en dormitorios mas o menos dignos en lugar de tiendas de campaña o en destartalados cobertizos. Mejoraron la alimentación y también las condiciones higiénicas.
ResponderEliminarDonde estuve, Cádiz, viví en un cobertizo de techo de uralita y piso de cemento crudo, con goteras cuando llovía y ratoncitos campestres que se paseaban por allí. Hasta pajarillos vivían en las alturas. En invierno era una nevera, en verano una sauna. La ducha era un bidón con una especie de regadera de agua fría, apañada por algún manitas y montado sobre un antiguo retrete a "la turca". Enfrente, los de otra compañía vivían en un edificio moderno y mucho mejor dotado. Contrastes. Cosas de la suerte. Como asiduo del cuerpo de guardia, recuerdo aquel barracón de madera viejísimo y hecho polvo. Siempre olía rarísimo allí. Quizá las colchonetas o mantas que caminaban solas o la madera podrida, váyase a saber...
Del armamento, ni hablo, era de museo. Quizá de ahí me venga mi afición por las cosas antiguas militares... :-)
En fin, recuerdos. Da una sensación extraña ver estas fotos. Como de familiar pero a la vez, extraño. No tengo ninguna mía vestido así, se perdieron en una mudanza. La única diferencia es que yo iba con barba.
Saludos cordiales, A. Marrero
Nunca mejor dicho...una época en blanco y negro...con sus correspondientes connotaciones positivas y negativas...al igual que el resto de épocas. Pues como sabremos los que ya vamos conociendo unas cuantas de éstas, sólo desde las perspectiva de la lejanía es cuando más se distingue el "paisaje".
ResponderEliminarPor lo que a mi respecta, fui de los primeros en llevar la nueva uniformidad...es decir, cuando fue sustituida la gorra que se ve en la foto por la casi actual boina. Recuerdo la multiplicidad de situaciones engorosas que se producía al hacer el "rindad armas", pues no era tan sencillo acertar a la primera, sobre todo si las medidas de prenda de cabeza y perímetro craneal no encajaban a la perfección. En algunos casos, eran patético ver cómo quedaba en la cabeza de alguno...pero en fin...con paciencia y muchas formaciones, encontrábamos el "truco"...
Magnífica la aportación de Julio, (como todas las suyas, sea dicho).
Saludos desde la capital del Ebro (que por cierto, por estos dias está volviendo a demostrar su mejestuosidad).