28/06/2012

COMPAÑÍA EXPEDICIONARIA DE TRANSMISIONES

-EL AAIUN 1961-
El 18 de marzo de 1961 era el ultimo día de un permiso de 30 días que transcurría en mi pueblo (Cazorla-Jaén), ya que al siguiente- Festividad de San José- tenía que efectuar mi presentación en el Rgto, de Transmisiones para Ejercito en el Cuartel Zarco del Valle de guarnición en El Pardo, donde venía prestando mi Servicio Militar desde marzo de 1960, por lo que puede decirse que estaba próximo a licenciarme. Nos encontrábamos almorzando la familia y oímos por Radio Nacional de España la noticia del secuestro en El Aaiun de unos técnicos petrolíferos de varias nacionalidades, entre los que se encontraban españoles, añadiendo el comentarista que la situación política se hacía algo complicada. Mi hermano Eduardo, mas joven que yo, casi en broma dijo “todavía no has terminado en el Ejército y te veo con tu compañía en El Aaiun. Pues nada el chaval resultó profeta. Nada más llegar al Cuartel me di cuenta de que algo pasaba, no dejaban salir a nadie y mis compañeros me confirmaron que llevaban dos días sin salir. En la mañana siguiente: llamada general, toda la tropa formada en el patio central, salió un Tte. Coronel informando y solicitando voluntarios para la campaña de África. Se organizó un movimiento afirmando que todos eran voluntarios. Se rompen filas y cada uno a su destino en espera de acontecimientos.


Así pues me fui a la Oficina de Mando donde estaba destinado bajo las órdenes del Teniente Polvorinos (excepcional y educadísima persona) y después de algunas reuniones de los Mandos, algunos llegados de Madrid, el Teniente me dijo: ponte a la máquina que te voy a dictar los nombres de los integrantes de la Compañía Expedicionaria para África. Empezando por el Capitán bajando hacia la tropa y cuando llegó el turno de Cabos…se queda parado, me mira, lo miro, no trasciende ni un gesto, pero sí su rostro serio, de tal forma que volviéndome para alcanzar el teclado dije: Antonio Ager Hidalgo, contestándome así es efectivamente y siguiendo otros nombres entre los que figuraron dos compañeros de mi misma profesión civil de Auxiliares de Telégrafos (Julián Gómez Macías y Félix Martín Montero- que si leen estas notas reciban también un fuerte abrazo), razón que nos había permitido justificar la solicitud para realizar el Servicio Militar en el Regimiento de Transmisiones y razón, también ahora, por la que habíamos sido incluidos, ya que además teníamos los primeros números del carné de Radio que otorgaba el Regimiento.

En un par de días se organiza todo. Recibimos diez o quince Land-Rover nuevos con emisoras montadas, aparte de otros equipamientos. Tren a Valencia, embarcamos en el “Ciudad de Toledo”, hasta Las Palmas alojándonos en un Cuartel no recuerdo de que Arma. Nuevo embarque está vez en un barco bastante peor, que nos lleva a la playa de El Aaiun, pues entonces no tenía puerto. En unas lanchas en las que entraba agua por todas partes a pesar de ir tapadas con unas lonas pues el mar estaba algo revuelto, nos acercaban a tierra, donde había tropas de la Legión. Nos acomodamos en las cajas de los camiones llegados para trasladarnos a la ciudad. Pero hete aquí que durante el trayecto ya de noche, sonó una ráfaga de ametralladora, el convoy se paró y todos tirados en el suelo del camión sin saber que otra cosa podíamos hacer. No estábamos armados, nuestro armamento se había quedado en el barco; sólo llevaban armas las tropas de la Legión que, más tarde nos enteramos, seguían escoltándonos y que habían sido los causantes de aquellos disparos al percibir algún tipo de movimiento que les resultaría sospechoso o extraño; siguió un silencio de algunos minutos y al fin se reinició la marcha. La pinta que tenía aquello era como para alarmarse si juzgábamos por el comienzo. Afortunadamente el resto del tiempo que pasamos allí, no hubo ninguna otra novedad, y aunque se produjeron pequeños incidentes, algunas escaramuzas en el interior del desierto, siempre con tropas de la Legión que llevaban adscritas emisoras y personal de nuestra Compañía, en general no fueron de mayor entidad, al menos nosotros no tuvimos conocimiento.

Llegados a destino, nos dieron unos barracones para instalarnos, pero se produjo un auténtico caos, ya que de los camiones se descargaba todo tipo de material y enseres propios del Ejército, material que se iba amontonando sin control y nadie sabía como distribuirlo. Como yo había confeccionando las listas de material en El Pardo, un Sargento que conocía mi trabajo en el Regimiento, me propuso y aceptaron como auxiliar para la oficina que había de montarse en tres metros cuadrados donde meter una mesa, un armario, un par de sillas y una caja grande para apoyar la máquina de escribir, como sería de pequeño aquel cuarto que cuando llegaba un Oficial casi no podíamos levantarnos, y medio dentro medio fuera tenía que decir lo que fuera. Al haber quedado adscrito a esa oficina, no me asignaron emisora, como hicieron con mis compañeros de Telégrafos y otros muchos operadores de Radio profesionales como Brigadas, Sargentos, Cabos Primeros y toda la tropa. Algunos se pasaron bastantes días de campaña en el desierto, en expediciones esporádicas que duraban tres/cuatro días auxiliando en comunicaciones a Compañías de la Legión.

A mediados de julio se recibieron órdenes de regreso a El Pardo; regreso que hicimos desde las playa de El Aaiun embarcando en el Virgen de África hasta Cádiz y luego tren hasta Madrid. Desde las lanchas para abordar el barco teníamos que aprovechar la conjunción de movimiento del barco-lancha, para poder sujetar la malla de cuerdas desplegada al efecto. Algún accidente hubo con tal método, especialmente en los dedos y manos. A la llegada al Regimiento dieron la Licencia a todos los de Reemplazo; un mes más tarde que al resto; y que suponía volver a mi situación de vida civil y profesional en el Centro Provincial de Telégrafos de Jaén. En general no puedo decir, a pesar de estas incidencias, que lo pasara mal en el Ejército, incluso me atrevería a decir que no me disgustaba la posibilidad de pertenecer al mismo, incluso algún mando me sugirió esta propuesta, haciendo unos cursos para tratar de ascender, pero el alejamiento de familia etc, me hizo desaconsejable la idea. De cualquier forma: A VUESTRAS ORDENES. VETERANOS.
Antonio Ager Hidalgo


De izqda. a dcha. : Antonio Ager Hidalgo (autor del relato), Agustin Moreno Alcalá, (del Servicio Topográfico del Ejército), Consuelo Tiscar (Cabo Legionario) y Fernando Guerrero (Sargento Legionario).

Los dos caballeros legionarios tenían su cuartel allí; Agustín, del Servicio Topográfico fue enviado para realizar trabajos para la posibilidad de puerto marítimo, los descubrió un día durante un cambio de guardia, esperó su terminación y “alegría”; Antonio (Cía Expedicionaria de Transmisiones) encontró a los tres una tarde en la calle única del pueblo….y “fiesta”.

Excepto los legionarios entre sí, ninguno conocía el destino del resto. Casualidad y suerte.

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