En la imagen que sirve de portada a esta entrada, conmeración del 40 Aniversario de mi ingreso en el Instituto Politécnico nº 2 del Ejército de Tierra en Calatayud (Tercera Promoción de Alumnos Aprendices).
Hubo un tiempo en que, al cumplir la mayoría de edad, muchos jóvenes dejaban atrás su hogar para enfrentarse a una experiencia que les cambiaría para siempre: la mili. Hoy, con la perspectiva que dan los años, miro atrás y revivo aquellos momentos con una mezcla de nostalgia, orgullo y cariño, pues se cumplen 45 años de mi primera entrada por el Cuerpo de Guardia del Regimiento de Transmisiones, con guarnición en El Pardo.
El prmer día: de la incertidumbre a la rutina
Nadie olvida su primer día en el cuartel. Llegábamos con la cabeza llena de historias, algunas exageradas, otras ciertas, pero todos con la misma pregunta en mente: ¿Cómo será realmente esto?. De repente, pasábamos de la comodidad del hogar a un mundo de disciplina, uniformes impecalbes y órdenes que debían cumplirse sin rechistar. La adaptación no era fácil, pero con el tiempo, la rutina se converrtía en nuestro día a día.
Compañerismo: la familia que se elige
Uno de los mayores regalos de la mili fue la gente que conocimos. Al principio, éramos desconocidos con historias de vida distintas, pero poco a poco nos convertimos en una familia. No importaba de dónde vinieras, en el cuartel todos éramos iguales. Aprendimos a confiar unos en otros, a apoyarnos en los momentos duros y a reírnos incluso en las situaciones más absurdas. Porque sí, la mili tuvo momentos difíciles, pero también nos dejó anécdotas que todavía hoy contamos con una sonrisa.
Lecciones que duran toda la vida
La mili no sólo nos enseñó a hacer la cama en tiempo récord o a desfilar con precisión. Nos ensenaron disciplina, resiliencia y, sobre todo, el valor del esfuerzo. Aprendimos que el respeto y la camaradería pueden surgir en los lugares más inesperados y que, a veces, las amistdes forjadas en situaciones extremas son las que más perduran.
El fin de una etapa, el principio de otra
El día que nos licenciamos, sentimos una mezcla de alivio y nostalgia. Volvíamos a casa, a nuestras vidas, pero con la certeza de que nunca volveríamos a ser los mismos. La mili nos había cambiado, nos habíad hecho más fuertes y, aunque en su momento no lo supimos ver, nos dejó recuerdos que hoy valoramos con cariño.
En una encuesta realizada en el perfil de Faccebook Regimiento de Transmisiones Tácticas 21 El Pardo entre quienes pasamos esos días en esta Unidad, los resultados resultan significativos
Un lugar para el recuerdo de quienes por allí pasamos.