
A través de un amigo que me los compró en el Rastro madrileño, he podido conseguir dos manipuladores de Morse exactamente iguales a los que usé cuando fui cabo radiotelegrafista en los años 60.
Uno de ellos es el manipulador de sobremesa (foto 1 A) que dispone de tapa de protección. Consta de la peana base (foto 1 B), que podía ser metálica o de madera, la palanca del manipulador, el caballete que sostiene el eje de rotación, tope de transmisión y tope de reposo con dos tornillos ajustables sobre un muelle de acero en espiral para graduar la fuerza de tensión y dos contactos eléctricos (bornes) de platino a donde van conectados los dos cables: activo y masa.
En realidad un manipulador Morse no era más que un interruptor que abría o cerraba el circuito al que estaba conectado ya sea a un oscilador de baja frecuencia (chicharra para prácticas) o al conector de la emisora.
A base de pulsaciones cortas o largas (puntos y rayas) siguiendo el Código Morse era cómo se transmitían los mensajes.

El otro manipulador (fotos 3 y 4) llevaba añadida una abrazadera de acero que se ajustaba en el muslo de la pierna, para poder emitir dentro de los vehículos o en aquellos lugares en donde no hubiera una mesa. Tenía la desventaja que cuando la llevabas mucho tiempo puesta te oprimía la circulación sanguínea y se te dormía la pierna.
En fín, unas verdaderas joyas para los que, como a muchos, nos gusta la telegrafía.

