Historias de El Pardo

Un lugar para el recuerdo de los Veteranos del Regimiento de Transmisiones



28/11/2008

El Pardo, Nochevieja 1960

COMENTARIO A UNA FOTOGRAFIA

Estimados amigos de “Historias de El Pardo”:
Rebuscando por mis papeles he dado con una fotografía entrañable. En un escrito anterior contaba a los lectores de este interesante Blog la mala experiencia vivida con aquel brigada de la Banda que, como dice mi buen amigo Sabaté, más que una Banda de Cornetas y Tambores parecía un “pelotón de castigo”, pues bien, ahora toca hablar un poco de la parte divertida.
Era la Nochevieja de 1960, el Bar Madrid—creo recordar se llamaba así—, estaba situado en la misma carretera, lo que era el paseo del pueblo, muy cerca de la iglesia; era un local muy espacioso y en verano ponía enfrente sus terrazas con vistas al cercano palacio. Aquella Nochevieja celebraron un cotillón y nuestras amigas del pueblo nos animaron para asistir.
Llegó la hora y de los cuatro amigos que estamos en la fotografía, dos tuvimos que hacer nuestras artimañas para poder acudir. Os explico el porqué:
El primero de la izquierda, con bigote postizo, era el sargento Timón, soltero, vivía en la Residencia de Suboficiales, él no tuvo ningún problema, como suboficial estaba autorizado a entrar y salir del Regimiento de paisano.
El tercero por la izquierda, con el gorrito, era Pereira, cabo 2º, pero vivía en El Pardo en casa de sus padres, tenía pase pernocta, se vestía de paisano cuando quería, aunque le vieran los jefes no podían decirle nada, por ser “pernocta” y por ser hijo de un cabo de la escolta personal de Franco que, además, se daba la circunstancia de que era el encargado de cargarle las escopetas al Caudillo en las cacerías.
Los otros dos, o sea, el primero de la derecha Manolo “Usera” y yo, fuimos los que tuvimos que hacer escamoteos para poder salir del cuartel vestidos de paisano y permanecer en el cotillón sin ser vistos por ningún “cazador” de aquellos que gustaban fastidiar a los cabos primeros.
El resultado final fue satisfactorio para todos, nos divertimos mucho aquella noche y al regreso—que ya era de madrugada—entramos, Manolo “Usera” y yo al cuartel por la puerta de carros. Allí no te podía ver el oficial de guardia, sólo había un soldado de plantón, pero como nos conocía no nos puso pegas. El sargento Timón entró como un señor por la puerta principal y Pereira se marchó a su casa.
Puedo calificar aquella Nochevieja de 1960 como feliz. ¡¡Con qué poco nos conformábamos!!
Un saludo a todos.
Antonio (Alicante)

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