
En esta ocasión y al cabo de unos dos años de habernos localizado, nos fundimos en un abrazo mi compañero y amigo Xavier Vall Picas y yo. Fue el pasado día 18 del corriente mes.
Los primero contactos fueron por correo postal y posteriormente lo han sido telefónicamente, un medio que acerca más una realidad física puesto que, la voz suele ser inconfundible a pesar de los años transcurridos por, su tono, sus pautas, su dicción, y, en nuestro caso en lengua catalana. Porque fuimos sólo tres quienes (procedentes de Cataluña) nos incorporamos con los demás voluntarios (47 en total) de la promoción, el día primero de Marzo del 57 en el Rgto. de Transmisiones de El Pardo.
El Cabo2ª Xavier Vall, era un gran compañero, de carácter alegre, disciplinado , cumplidor y franco en el trato que supo ganarse el aprecio de todos nosotros y de los mandos superiores. También formó parte de la Cía. Expedicionaria al Sahara. Todos pasamos lo nuestro, pero felizmente regresamos. Una vez cumplido el compromiso de 20 meses con el Ejército, la mayoría no nos hemos vuelto a ver más, y ni tan siquiera conocernos la residencia. Es una gran fortuna pues, lograr un nuevo encuentro transcurridos 52 años. La oportunidad se cumplió por la asistencia a una jornada de encuentro familiar por parte de Xavier Vall que, precisamente tuvo lugar en Manresa. Aunque nuestra entrevista duró poco más de una hora, en ella fueron los recuerdos los que “eliminaron “ este medio siglo y pico, ante la presencia de su esposa Pilar y otros familiares.
Nuestro compañero Xavier, a sus 74 años – y feliz abuelo- continúa siendo alegre y espontáneo… tal como todos lo conocimos. Que Dios le bendiga.
Queda ahora acordada una nueva oportunidad para encontrarnos en breve.
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José R.Manuel Sabaté
Manresa, 22 Septiembre 2010

Suele decirse popularmente que “el mundo es un pañuelo” y el pasado mes de mayo, dentro de los actos que se celebraron en Zaragoza en honor a la bandera, pude volver a constatarlo.
Finalizado el desfile, al visualizar las preceptivas fotos en la cámara, un Teniente Coronel de uniforme se dirige a mí dándome unas palmaditas en la espalda y con un tono tan familiar que en un primer momento pensé que se estaba confundiendo de persona. En un primer momento esa fue mi sensación, pero unos segundos después caí en la cuenta de que ese oficial que me estaba saludando tan jocosamente era un compañero de reemplazo que estuvo conmigo en la compañía de Plana Mayor, allá en El Pardo. Superado este primer momento de confusión, los dos pudimos comprobar que los treinta años de separación desde la última vez que nos vimos en la estación de Chamartín no han pasado en balde, pues a los dos nos llegó a la memoria con nitidez ese día en el que partía para tomar parte en las pruebas selectivas para ingreso en la Academia General Militar.