Historias de El Pardo

Un lugar para el recuerdo de los Veteranos del Regimiento de Transmisiones



23/06/2013

REGRESO AL CUARTEL… CINCUENTA Y CINCO AÑOS DESPUÉS


Acompañado por mi mujer nos acercamos a la entrada de mi antiguo cuartel cincuenta y cinco años después de haber salido de él licenciado el 29 de junio de 1958. Hoy, 21 de junio de 2013, el acuartelamiento Zarco del Valle, de El Pardo, celebra su primera jornada de puertas abiertas y esperan que no sea la única, ojalá. Su intención es acercar las actividades militares a la sociedad civil, mostrarles su trabajo, compartir sus experiencias.

Han elegido bien el día, luce el sol, aunque celado a ratos por nubes pasajeras, el aire es puro y la temperatura primaveral. Han dispuesto una considerable cantidad de personal para atender a los visitantes con una amabilidad tan exquisita que merecía mayor concurrencia. Nos ofrecen un bocadillo y un refresco. Mientras nuestro pequeño grupo espera a iniciar la visita guiada, un veterano de mi edad nos cuenta, para mi sorpresa, que entró en ese cuartel en 1950 con 14 años cumplidos. No sabía yo que entonces se admitieran chicos tan jóvenes como voluntarios, todavía me cuesta creerlo.

No logro identificar el lugar hasta que me doy cuenta de que no estamos en el antiguo Regimiento de Transmisiones sino en lo que conocí como Parque Central de Transmisiones.

Comienza la visita en el almacén informatizado de materiales. Nos informan que despachan mensualmente unas 700 órdenes de piezas y repuestos a todas las unidades del Ejército de Tierra con equipos de transmisiones en España o fuera de ella. Tras asistir a una demostración de limpieza y recubrimiento de metales en los tanques del pequeño laboratorio químico, visitamos las amplias naves de los talleres, con luz solar, donde se trabaja en lo que pudiera llamarse matricería electrónica con rayos láser, montaje de equipos, reparación de motores, generadores de campaña y, lo que me resulta más interesante, la instalación de equipos de telecomunicaciones en un potente vehículo de transporte para acompañar convoyes.

No puedo evitar sonreír cuando el atento subteniente nos explica las características de estos vehículos. Se reciben totalmente blindados y se añaden y acoplan en el Parque los variados equipos de comunicaciones: radiotelefonía, interfonía (para las comunicaciones entre los miembros del vehículo) y enlaces por satélite. El vehículo también trae dos asientos, anclados, para el personal auxiliar. Cuando termina las explicaciones le cuento la razón de mi sonrisa al evocar los Dodge con cubiertas y puertas de lona y plástico que utilizaba la Compañía Expedicionaria de Radio en el Sahara en 1957-58: estaciones MK-II precariamente montadas sobre los asientos traseros y antenas de varillas enroscables. Con los tumbos de la marcha por las pistas del desierto teníamos que sujetar los equipos con los pies y tratar de reenroscar las varillas de las antenas antes de que saltaran y se perdieran. Me devuelve la sonrisa el subteniente y dice que eran otros tiempos… Claro, cincuenta y cinco años: toda una vida.

Pasamos al modesto museo que mantiene el Parque: destaca un antiquísimo pianillo de telegrafía movido por pesas (nunca había visto algo igual), una máquina alemana de la II Guerra Mundial para mensajes cifrados y poco más que variados equipos de telefonía. El veterano saluda y es correspondido por todos los que nos encontramos. Debe residir en El Pardo. Continúo pensando en lo de sus 14 años.

Nos piden que nos apresuremos porque acaba de empezar la exhibición de perros amaestrados de la Guardia Civil. Los perros muestran sus habilidades y disciplina, no sorprende porque ya lo hemos visto frecuentemente en la televisión.

Va a comenzar el concierto de música militar en el patio de armas. La audiencia es notable bajo las carpas preparadas para invitados. Como estoy irremediablemente sordo, prefiero deambular por los lugares que realmente quería visitar: las instalaciones del Regimiento. Vuelvo a admirar los bellos edificios neoclásicos con cenefas neomudéjares de ladrillo rojo y enfoscado blanco que cumplirán cien años en esta década, pero me sorprendo de no sentir ninguna emoción al recorrer sus calles perfectamente alineadas y me doy cuenta de que mis emociones, mis sentimientos de compañerismo, de ayuda mutua, de confidencias, de amistad, de sacrificio, de ilusiones, que suelen asociarse a la vida de milicia corresponden a los ocho meses que compartí con mis compañeros en el Sahara.

Descubro el edificio de la que fue mi compañía: la 1ª de Radio. Dos carteles en la puerta dicen CECOM y ALOJAMIENTO Y VESTUARIO MASCULINO. Me hubiera gustado recorrer las plantas de dormitorios pero no encuentro a nadie que me autorice. En el cuerpo de guardia me dicen que todo está transformado, que no lo reconocería porque se han parcelado en habitáculos más pequeños. Me acerco a la pequeña cantina que recordaba. Continúa en el mismo lugar pero ahora es enorme y bien surtida, tiene aseos y hasta duchas. No parece haber mucha actividad, probablemente porque hoy es un día especial. Encuentro algún grupo de soldados (chicas y chicos) practicando la instrucción como hacíamos nosotros. Pienso que tendrán las mismas ilusiones que teníamos. Nos diferencia el equipamiento. Estupendos uniformes de campaña de diferentes tonalidades, magníficas y variadas botas, boinas de colores, armas modernas, cartelas que les identifican por apellido, rango y unidad militar. ¡Qué diferencia con los monos caquis, las alpargatas blancas y los mosquetones de hace 55 años! Me parece observar un trato respetuoso, pero mucho más distendido que en mis tiempos, y que el porcentaje de chicas supera al 14% que acabo de leer que componen el ejército actual.

Una grata sorpresa: el botiquín está en el mismo sitio que conocí; también el comedor de tropa y el de mandos. Aquí parece que se hubiera detenido el tiempo. Pero no, porque al lado del botiquín, en lo que creo recordar que era la compañía de Parques y Talleres, veo un letrero que dice ALOJAMIENTO Y VESTUARIO FEMENINO. Me parece el mejor símbolo del cambio.

Termina el concierto y nos ofrecen el desfile de una compañía en filas de a nueve. Continúan ordenándose por estatura, así que hay abundancia de chicas en las últimas filas. Recuerdo lo difícil que era desfilar de a nueve y lo mal que se me daba la instrucción.

A la salida nos obsequian con una bolsita que contiene pequeños recuerdos. Camino del autobús descubro que el acuartelamiento ya no se llama Regimiento de Transmisiones sino UNIDADES DE TRANSMISIONES. Releo el folletito que nos han dado a la entrada y veo que ahora lo componen cinco unidades de transmisiones: el Parque y Centro de Mantenimiento de Material de Transmisiones (PCMMT); la Unidad de Transmisiones del Mando de Artillería Antiaérea (UTMAA), que me parece que es heredera del antiguo Regimiento de Transmisiones; la Unidad de Guerra Electrónica (REW 31); el Parque y Centro de Mantenimiento de Sistemas Hardware y Software (PCMSHS) y la USAC Zarco del Valle, que es la unidad de Servicios de Acuartelamiento. Todas ellas bajo un único mando.

En el autobús, de vuelta a Madrid, coincidimos ambos que habíamos pasado una agradable mañana. Desde aquí, agradezco las atenciones y les deseo suerte en futuros empeños.

Texto y Fotos: Francisco Acebes

Junio de 2013
 

Entrada al Botiquín
Museo
Interior de un vehículo de comumicaciones
Instalando equipos en un vehículo blindado
Monumento a los Caídos
Concierto de la Banda en el patio de Armas
Detalle del patio de Armas
Edificio de la antigua 1ª Compañía de Radio

Apacible rincón cerca del comedor de tropa.

4 comentarios:

  1. Estimado amigo Paco Acebes: He leído con gran satisfacción el magnífico y detallado relato de tu visita a nuestro cuartel. Al mismo tiempo, he sentido una inmensa pena por el tiempo pasado que ya no volverá. Con todo lo que tú has visto y recuerdas me identifico plenamente ya que, entre tu promoción y la mía tan sólo hay dos años de diferencia. Te doy las gracias por haber conseguido traernos a los que no hemos tenido la suerte de asistir a esa jornada en nuestro Zarco del Valle tantos recuerdos de juventud e ilusiones.
    ¡Enhorabuena!
    Un fuerte abrazo.
    Antonio Colomina (Alicante)

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  2. Estimado amigo Paco: Gracias a tu descripción natural y espontánea, casi podemos decir que hemos compartido juntos esta visita a nuestro recordado Cuartel de Transmisiones. Y tal vez, igualmente hemos acumulado las mismas sensaciones (algunas negativas y otras muchas más positivas). Es lo que conllevan los años, tanto los nuestros en calidad de visionarios, como lo restaurado ofreciendo imágenes alejadas en el tiempo. Y no hablemos de los nuevos ocupantes... Claro, no son los mismos.
    Magnífica crónica narrada con todo detalle, al final yo he cerrado los ojos y me he recreado en fachadas y en lo que a su alrededor hubo entonces.
    El resultado a mi me ha parecido un fugaz retroceso, expuesto por ti con una sensibilidad no de nostalgias sino de recuerdo y culto a la amistad. Es más, yo diría que una encendida oración. Muchas gracias.
    José
    Manresa

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  3. Mi comentario es para felicitar a Francisco Acebes por su magnifica narración y aclararle sus dudas sobre el ingreso de un voluntario a los 14 años; efectivamente en aquella época se podía ingresar con esa edad como "EDUCANDO DE BANDA", en la de cornetas y tambores o en la de música, que el Rgto. también tuvo; permanecían en esa situación hasta los 18 años que juraban bandera y pasaban a ser SOLDADOS participando ya en toda clase se servicios, que antes no hacían (al menos de armas); uno de ellos fue mi buen amigo y compañero, el Sargento Martínez Sacó, que algunos habréis conocido. . Saludos. M.Pulido

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  4. Gracias por la información que proporciona el buen compañero Matías Pulido, a quien he aprendido a admirar a través de los relatos de mi amigo Sabaté. Saludos cordiales.

    Paco Acebes

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Gracias por participar.