Historias de El Pardo

Un lugar para el recuerdo de los Veteranos del Regimiento de Transmisiones



21/12/2015

TOMÁS MAESTRO, EJEMPLO DE COMPAÑERISMO

SOLICITUD DE RECONOCIMIENTO

Me he entretenido este verano releyendo en su totalidad las cuatro aportaciones de “La fuga de las transmisiones” recogidas en este blog el 26 de abril de 2008. Las tres primeras – aparecidas en la revista Red en 1961- tienen el gran valor histórico de estar narradas en primera persona por participantes en los acontecimientos ocurridos solo veinticinco años antes: el teniente coronel D. Antonio Gordejuela, teniente a la sazón, el coronel D. Luis de la Torre, capitán entonces, y el comandante D. Eusebio Ruiz Bejarano, que era sargento en julio de 1936. 
La cuarta es el extracto del artículo “Llega un regimiento de Madrid”, escrito por el periodista e historiador navarro Joaquín Arrarás Iribarren, de amplia trayectoria en la prensa conservadora y autor, entre otros, de la Historia de la República Española y de la Historia de la Cruzada Española.  Probablemente por tener acceso a más fuentes documentales, y a algún testigo presencial, su narración del primer día de la fuga, el 21 de julio de 1936, es muy detallada.
Al mando del coronel Juan Carrascosa Reveillat, el convoy formado por unos 400 hombres y 19 camiones salió del Regimiento a eso de las 4:30 de la madrugada del 21 de julio de 1936, pero muy pronto uno de los camiones, al mando del capitán Salas con una veintena de hombres, quedó inutilizado por quemársele el embrague entre El Pardo y El Goloso.
Tras detectar la ausencia, el teniente Sánchez Aguiló, que actuaba de enlace en una motocicleta, deshace el camino hasta encontrarse con el camión averiado.  En vista de lo peligroso de la situación, se ofrece voluntario para regresar al Regimiento y recuperar otro camión.  A su solicitud de algún voluntario que le acompañe, se presenta el soldado Tomás Maestro, conocido como buen mecánico.
Cuando ambos llegan al Regimiento, lo encuentran rodeado por simpatizantes del gobierno dispuestos a tomarlo. En el alboroto que se crea, Sánchez Aguiló y Maestro se separan y el teniente decide regresar a toda prisa para informar de la situación al capitán Salas. 
Entonces se manifiesta la extraordinaria personalidad de Tomás Maestro.  Logra entrar en el cuartel, recupera un camión Morris, se abre paso pistola en mano entre la multitud para sacar el camión y enfila el camino a El Goloso para ayudar a sus compañeros, a quienes encuentra desplegados en posición de defensa.
Los rezagados montan al camión y se movilizan rápidamente tratando de incorporarse al grueso de la columna aunque son frecuentemente hostigados por carabineros y milicianos leales al gobierno. Al llegar a Colmenar Viejo encuentran los accesos obstruidos por postes y carros y defendidos por milicianos.  Logran franquear las barreras y cruzan el pueblo bajo fuego enemigo, pero Tomás Maestro resulta gravemente herido en el pecho aunque se mantiene al volante hasta alcanzar una zona segura.
El pequeño grupo del capitán Salas, cada vez más retrasado por la resistencia encontrada, prosigue su empeño de unirse a la columna principal pero, en una bifurcación, toma un camino sin salida que les conduce a la presa de Santillana.  El capitán opta por abandonar el camión y proseguir la huida a través del monte para alcanzar Navacerrada.  Tomás Maestro, ya agonizante, queda al cuidado de unos compasivos vecinos de Manzanares el Real.
Los huidos ascienden hasta la cima del monte Cabeza de Illescas y deciden pasar allí la noche, pero muy pronto se encuentran cercados por milicianos que suben desde Manzanares y, aunque se defienden como pueden, terminan por ser heridos de muerte, fusilados o capturados. Los escasos supervivientes salvan la vida gracias a la intervención de un miliciano que hace ver a quienes quieren fusilarles que son soldados y que están allí contra su voluntad, hasta que finalmente son trasladados a la cárcel Modelo de Madrid.

Así acaba la corta historia de este desventurado grupo. El resto de la columna alcanzó La Granja, Segovia, como se proponía.
El capitán Salas recibió posteriormente la Medalla Militar Individual y el ayuntamiento de El Pardo honra su memoria con una calle.
¿Y qué fue de Tomás Maestro, el soldado que se ofreció voluntario para enfrentarse a un peligro cierto con el laudable propósito de ayudar a sus compañeros, y que se mantuvo en su puesto hasta el límite de sus fuerzas? Es de esperar que las buenas gentes que lo acogieron en Manzanares el Real lo cuidaran hasta el final y lo dieran cristiana sepultura.
Pero, ¿recibió algún reconocimiento oficial su extraordinaria conducta, virtuoso ejemplo del compañerismo que tanto se glosa en las gestas militares?
He tratado modestamente de investigar y no he encontrado nada sobre este héroe anónimo.  Por eso me permito proponer en este blog, que me consta que es seguido por las autoridades civiles y militares de El Pardo, que al menos se coloque una placa en su memoria en el cuartel Zarco del Valle que recuerde que sacrificó su vida en ayuda de sus compañeros.


Francisco Acebes del Río

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