Historias de El Pardo

Un lugar para el recuerdo de los Veteranos del Regimiento de Transmisiones



25/11/2008

Otro malo recuerdo...

Sería faltar a la verdad, por mi parte, negar que durante mi estancia en el Regimiento todo fuera de color de rosa. En cómputo global, el recuerdo es grato...pero ya que dos insignes colaboradores de este blog han mencionado "la cara negativa" de sus recuerdos, yo también me animo a contar uno de los mios. Entiéndase esto como la narración de una experiencia y no como otra cosa, pues en definitiva, de lo que se trata aquí es de rememorar los años de nuestra juventud en El Pardo. Momentos buenos y malos componen por igual el devenir cotidiano de la existencia...todo depende de la "balanza" que cada cual use.
Corría el verano de 1980, agosto para ser exactos. Un conocido teniente de la época que tampoco voy a nombrar, siguiendo las directrices del blog, siendo yo Cabo 1º de Semana, tuvo un detallazo conmigo que distaba mucho de la, por entonces, percepción que yo tenía de la vida militar. Recuerdo que mis aspiraciones de aquellos años eran el ingreso en la Academia General Básica de Suboficiales, cosa que levaba ya algunos años intentando, por lo que mi conducta era más próxima a la de un Suboficial que a la de un soldado de reemplazo...por lo que todas mis funciones las cumplía con el rigor que mis galones me permitían.
Pues bien, un sábado por la mañana, como todos los sábados, se hacía zafarrancho de limpieza en las compañias. Mi cometido era que a la hora de pasar revista, todo estuviese en perfecto estado y el personal solía responder. Aquel sábado, salió impecable. La compañia quedó de lujo. Lo que yo entedía era que debía hacerse y no porque un oficial fuese a pasar revista, sino porque el orden y la limpieza debían prevalecer por sensatez.
Y llegó la hora de la revista...cosa que no se materializó porque el cuartelero me llamó para decirme que el teniente estaba en la puerta de entrada, abajo en la calle, esperándome por que no iba a subir.
Bajé con la celeridad que me caracterizaba, presentándome con la marcialidad habitual impropia de un soldado de reemplazo...¡A la orden mi teniente!, sin novedad en la compañia...
Y estas fueron las palabras del oficial: "primero, una semanita en prevención...la compañía está echa un cristo...y por tu culpa...la tropa sin paseo...así aprenderás...para que te enteres de lo que es un Cabo 1º...".
¡A sus órdenes, mi teniente! (y el taconazo habitual).
Por aquel entonces, para mi, una orden era una orden...cumplí la semana en prevención, y la gente no salió de paseo aquel sábado...Podrá parecer una tontada pero el recuerdo que me queda de la compañía que no pudo salir "por mi culpa" duró bastante tiempo.
Este teniente destacaba por cosas similares así de "brillantes"...Afortunadamente, como digo en el inicio de esta entrada, no todo era así, y la conducta de la mayoría de oficiales y suboficiales era sumamente correcta, dentro de sus cometidos.
Pero ver cómo la gente que horas antes había puesto mucho empeño en dejar una compañía como los chorros del oro no pudiesen salir de paseo me supo a "cuernos".
En fin, de todo tenía que haber...Pero permítaseme insitir en que "mi balanza" siempre se inclinará en el sentido positivo del recuerdo, en lo que a mandos se refiere. Si no ¿a qué fin este blog?.
Gracias por vuestra paciencia al leerme y saludos desde Zaragoza

2 comentarios:

  1. Estimado amigo Fernando: He leído con especial atención tu relato y lo de aquel teniente fue INCALIFICABLE, INDIGNO DE UN OFICIAL. DIRÍA MÁS: INHUMANO.
    Efectivamente, para mí prevalecen más los recuerdos buenos que los malos, porque el bien siempre gana al mal. Yo le debo mucho a ese Regimiento, allí me formé como hombre y los conocimientos que adquirí me sirvieron mucho para mi posterior profesión. Pero eso no quita para que reconozcamos que pasaban cosas injustas y no es malo tampoco contarlas; todo aquello pasó y ahora son simples anécdotas.
    A mí me ocurrió algo parecido, aunque no tan grave. Estaba de Semana y como tú, era muy estricto en el tema de la limpieza. Los sábados pasaba revista el oficial de Semana, se llamaba "Revista de Policía", yo tenía la Cía como un palmito de limpia, llegó el teniente (Escala Auxiliar), López Arroyo (digo el nombre porque entonces tendría cerca de los 50 años por lo que será casi imposible que viva). Toda la Cía formada, impecable. Se puso un guante blanco y empezó a pasar el dedo índice por los hierros de las literas. Lógicamente se le ensució. Dejó a toda la Cía sin salir esa tarde, incluído yo.
    Aquel teniente, como era mayor y muy estirado, le gustaba ponerse las estrellas muy grandes y los perfiles dorados en los hombros muy gruesos para parecer un teniente coronel. Siempre llevaba botas de montar y espuelas. ¡¡UN CASO ESPECIAL DE MIRLIFLOR!!

    Un saludo a todos
    Antonio (Alicante)

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  2. Fernando: ese teniente iba a por ti de todas todas, si no no se explica su comportamiento. Daba por hecho que la compañía no estaba en estado de revista. Por eso no se molestó ni siquiera en subir, o sea, que menospreciaba a los cabos 1º, cabos y soldados a su mando. Quizá trataba de cubrir alguna frustración personal. A quien tenían que haber arrestado era a él por su comportamiento injusto e indigno de un oficial. Pero así eran las cosas en aquella época respecto a la forma de actuar de algunos mandos. Por supuesto que, por nada del mundo, se podía dar parte de un superior.

    En mi caso no me puedo quejar. Sólo tuve un arresto en mis 20 meses de mili voluntaria. Estando un día de cabo cuartel saliente, era un lunes, recién terminada la limpieza de la compañía y a punto de hacer el relevo, con el cansancio de haber estado 24 horas bregando con la tropa, se me olvidó ordenar vaciar los cubos de basura, operación que se realizaba en el vertedero que estaba detrás de la cocina y que se completaba lavándolos con una manguera de agua. En cuanto llegó el sargento de semana, se dio una vuelta por los dormitorios. Todo parecía estar bien, pero al abrir la puerta del cuarto de limpieza olfateó y vió los cubos llenos. No tardó en gritar: ¡¡¡esta falta es imperdonable en un cabo cuartel!!! Me arrestó a ejercer de cabo cuartel lo que quedaba de semana. ¡Seis días con sus correspondientes noches! Aquello supuso para mí un gran disgusto, tanto, que apenas probé bocado durante esos días. Temía que me impidieran hacer el ya próximo curso de cabo 1º. Eso sí, fumé mucho. De dos a tres cajetillas diarias de Celtas cortos, que era el tabaco más caro que nos podíamos permitir con nuestra paga de cabo. Menos mal que el arresto no tuvo consecuencias posteriores y no me impidieron ascender a cabo 1º.

    Un saludo a todos.

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