Un día de Agosto de 1.964, cuando apenas llevábamos un mes y medio de instrucción, después de pasar lista de diana, el sargento Mayayo que estaba de semana nos dijo: “hoy no habrá instrucción así que todo el mundo a ponerse el uniforme de paseo que nos vamos a hacer un viajecito”. Formamos en el patio después de desayunar y vimos 3 o 4 camiones "REO" aparcados con los motores en marcha. De refilón escuchamos a un capitán quien advertía a sus conductores: “id con mucho cuidado, puesto que lleváís personal, mucho cuidado”. Montamos en los camiones y el convoy se puso en marcha saliendo por la “puerta de carros” dirección Madrid. Por el camino se corrió el rumor de que íbamos a “Barrás”. Nosotros no teníamos ni idea de qué era eso. Al llegar a Puerta de Hierro el convoy se desvió por la carretera que iba paralela al río Manzanares y a la Casa de Campo. Después enfilamos el Paseo de Extremadura hasta que al llegar a la altura del primer cuartel que había a la derecha, la fila de camiones se metió dentro de un patio enorme con el suelo de gruesos adoquines. Al parecer aquello era el “Barrás”.
En un momento dado alguien dio la orden de “¡desnúdense de cintura para arriba!”. Mientras tanto, grupos de soldados que nunca habíamos visto en la vida, uniformados de azul y boinas negras planas, merodeaban por las inmediaciones haciendo sonoros comentarios al ver a tantos reclutas juntos. Otros, asomados a las ventanas de las compañías nos decían toda clase de “piropos”.
En esto que, nos fueron llamando uno por uno, subiendo unas escaleritas metálicas que tenía el camión por su parte lateral. Allí había una antesala en donde un médico te hacía un cuestionario sobre si habías padecido alguna enfermedad en la infancia. Después pasabas a una cabina en donde al parecer te miraban por Rayos X. El caso es que no vimos que saliese de allí ninguna radiografía. Al parecer era simplemente una observación en directo de la caja torácica de cada recluta para averiguar si padecíamos de alguna enfermedad respiratoria. Una vez pasados todos por el referido camión, montamos otra vez en los nuestros y regresamos a El Pardo por el mismo trayecto que a la ida.
Días después, nos enteramos que aquel sitio no se llamaba “Barrás” sino Wad-Ras y que era el Regimiento de Infantería mecanizada Wad-Ras 55 y que lo que nos habían hecho era una radiografía denominada de “fotoseriación” para descartar una tuberculosis pulmonar. Pues, al parecer, se había detectado por aquellas fechas una epidemia de tuberculosis pulmonar en España y para no causar alarma social nos miraron discretamente dentro de un cuartel, en vez de llevarnos al Hospital Militar a todos en masa.
La fotoseriación era un procedimiento por el cual un aparato de rayos llamado fotoseriador hacía en un solo clisé y simultáneamente una fotorradiografía de tórax y la fotografía del rostro, con lo que se aseguraba la identidad del sujeto examinado.
(De las “Memorias de un ex-cabo 1º de Transmisiones”)
Fotos y fuentes: revista “Ejército” Nº 80-Septiembre-1.946
Artículo: “La foto-radiografía en el Ejército”, capitán médico Soláns López. Agradecemos la colaboración de la Biblioteca del Ejército de Tierra en Almeyda, Tenerife
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