El Comandante Parra nos envía un nuevo relato en el que aclara algunos de los hechos en los que se vio envuelta la Compañía Expedicionaria.
Gracias Por este nuevo relato.
CRONICA: PUNTUALIZACIONES A LOS HECHOS OCURRIDOS.
Efectivamente existe un error en las primeras líneas de mi relato. Yo no soy muy bueno para las fechas exactas, así que recurrí con toda confianza a mi Hoja de Servicios donde figura la fecha de salida de El Pardo el 5 de Diciembre y llegada a El Aaiún el 14 del mismo mes.
Está claro que debe decir Noviembre. Lo siento, el verdadero error es mío por no relacionar con más atención una fecha a la cual no le di la mayor importancia.
No obstante, en mis notas tengo la fecha de 30 de Noviembre cuando ocurrió el enfrentamiento entre el enemigo y la Compañía del Capitán Venerando en la zona de dunas, cuando escoltaban el convoy entre Cabeza de Playa y Aaiún.
Tras repeler el ataque por sorpresa de los rebeldes y provocar su huida, la Compañía regresó a Cabeza de Playa con un legionario muerto de un tiro en la cabeza, un Teniente herido grave y el Capitán Venerando grave con varias heridas de bala en tórax y vientre.
Los tres fueron evacuados a Las Palmas esa misma noche en una fragata de la Armada. En el Hospital Militar de dicha ciudad moría pocas horas después el Capitán Venerando.
Me dice Vd. que Jaime Tur menciona la captura de una emisora enemiga en la capital. Yo lo que recuerdo es que en la calle principal, había al principio de nuestra estancia un cafetín del que muchos se acordarán, "El cafetín de Llamas", donde acudíamos por la tarde a comprar unas galletas marroquíes que tenía y tomar un café con leche. El tal Llamas era un joven nativo de unos treinta años que hablaba muy bien el castellano.
Un día el cafetín lo encontramos cerrado, y entonces se dijo que en su casa habían encontrado una estación de radio y gente afín a los rebeldes.
No volvimos a ver nunca más a Llamas aunque el cafetín fue abierto días más tarde con otra gente.
Pregunta Vd. si usamos gonios. La compañía no creo que los llevase, al menos no se usaron mientras permanecimos allí. Si trabaje con ellos dos años después en Sidi-Ifni. Era el modelo B-70 el que se empleaba para localizar la ubicación de estaciones de radio.
Desde que llegó la Compañía a El Aaiún asistimos a la XIII Bandera con nuestros vehículos, tanto en convoyes como en salidas de reconocimiento con o sin contacto con el enemigo. Yo no recuerdo que la Legión tuviese material de transmisiones de alguna clase. Antes de la Batalla de Edchera se atendió a la Legión en todas sus salidas.
Ignoro el porqué de no instalar una radio en los vehículos de mando de la Legión y que tanto le intriga. La Compañía Expedicionaria de Transmisiones siempre fue autónoma en ese aspecto. Pero le diré más; aparte las cuestiones tácticas imperantes en aquellos años al respecto, mi opinión es que entonces y ahora, en el propio vehículo de Mando no cabe instalar una radio que forme parte de una malla establecida para Puestos de Mando de Brigada o División.
En todo caso y en el que nos ocupa pudiera ser para servicios de transmisiones "internas" de la propia Bandera.
Las últimas comunicaciones que tuve con Mayoralas fueron antes de las 14,30 que Vd. cita y que se puede leer también en el documento de "diligencias previas", del cual le diré algo a continuación.
Volviendo a las hora de las últimas comunicaciones puedo decirle que como máximo pudieran ser las doce del medio día, aunque no recuerdo la hora exacta.
Me baso en algunos datos; si salimos al amanecer, la distancia desde el Aaiún a las proximidades de Edchera no pueden habernos llevado más de tres horas como mucho. A ese tiempo le sumamos una parada larga donde se mataron unos camellos y quizás un par de paradas más para unir la columna.
Otro dato que puede darnos una idea del tiempo es que, como cito en el relato, yo recibí muchos impactos de bala del enemigo después de la última comunicación con la vanguardia.
Uno de esos impactos atravesó limpiamente el cuello de mi tabardo, que debía de llevarlo subido, justo detrás de mi cuello, debió de ocurrir cuando me parapetaba en el interior de mi vehículo entre las baterías de las estaciones de radio.
Fue mi conductor Vilela el que en una de las paradas me señaló el orificio en la citada prenda, que más de las doce o una de la mañana no se aguantaba por el calor. Y yo la llevaba puesta.
Vamos ahora al documento de diligencias previas que todos conocemos.
A mi entender dicho documento tiene algunos errores; el vehículo de Mayoralas era un dodge y no un Jeep. Con dicha estación, o en el vehículo, viajaban Mayoralas un conductor y un soldado enlace o ayudante del operador de radio, sin contar a Mayoralas solo dos personas y no cuatro.
También ocurre que el Cabo 1º Mayoralas nunca comunicó que "estaba siendo rodeada por el enemigo", solo comunicó que recibían fuego y seguían al Capitán. Tampoco "solicitó apoyo por orden del Capitán de exploración" (entiéndase Cap. Jáuregui), al menos no lo solicitó por radio. Y por último ¿mandó Mayoralas a sus ayudantes en busca de refuerzos?, ¿por qué lo sabe el redactor del documento ?.
A mi entender los alejó del lugar del peligro, pero creo que eso no lo sabremos nunca. La firma del mismo es del Capitán de la Cía. D. Victoriano Sánchez García.
Lo que no cabe duda de ese documento, es la gran carga de espíritu militar y sentimiento que se desprende de alguno de sus párrafos cuando dice:
"... por lo que el Cabo 1º quedó solo, manteniendo el enlace en lo posible, dado que ya había sido ametrallado el vehículo e incapacitado éste para replegarse. El mencionado Cabo 1º se parapetó haciendo fuego al enemigo, sin alejarse del vehículo ni perderlo de vista, defendiendo éste con gran espíritu combativo y elevada moral militar...".
Sobre los disparos que se oían durante la noche eran lo que digo, disparos en la distancia pero no tiroteo como Vd. interpreta. El tiroteo debió haber finalizado hacía ya muchas horas. Eran disparos sueltos, aislados, unos parecían más cerca que otros pero siempre lejos. La causa de los mismos tampoco creo que lo sepamos nunca y quizás es mejor no saberlo.
El apoyo aéreo lo pidió Aaiún a Tenerife o Las Palmas. No recuerdo que el Comandante Rivas lo pidiera. Piense Vd. que el Comandante no quería el apoyo aéreo, la prueba es que ante mi insistencia, me dio unas coordenadas de mala gana, así las bombas fueron arrojadas lejos sin objetivo alguno. El combate era o había sido muy próximo o muy íntimo, esa es la razón a mi entender.
La versión probable que Vd. ofrece sobre la desaparición de Mayoralas, que fue hecho prisionero en un principio y después asesinado puede ser tan cierta como otras que imaginamos.
El que en algunos escritos se le de por muerto tampoco creo que debe intrigarnos. Fué un caso raro desde el comienzo.
Yo particularmente esperé durante muchos días que alguien ofreciese alguna versión, vertiese alguna hipótesis, en fin "algo", pero nada de nada. Cuando regresamos no estaba, a los pocos días no estaba tampoco, es entonces cuando surge entre nosotros lo de "desaparecido".
Si se le da por muerto en algún escrito puede ser motivado por la confusión de los primeros días, tengamos en cuenta que lo más importante entonces, después de la batalla, eran los muertos.
Le extraña a Vd. que los conductores que transportaron en camiones a la Compañía Expedicionaria de Transmisiones desde Cabeza de Playa hasta El Aaiún fuesen nativos, pues efectivamente lo eran, al menos la mayoría.
Puede que perteneciesen a la Policía Nómada, Tropas Nómadas o personal de Presidencia del Gobierno, eso lo ignoro, pero si le diré que los camiones no eran militares.
Al parecer habían sido requisados por el Gobierno, a Derman Boaida (?), quizás el nombre no esté bien escrito. Este señor, como sabrá Vd., era simpatizante (o algo más) del movimiento rebelde y se había quitado de en medio a tiempo.
Meses más tarde apareció en escena como primer gobernador de Tarfaya, nombre dado por Marruecos a la zona de Villa Bens entregada por España.
Pensamos entonces que el nuevo cargo podría ser el precio agradecido a favores prestados.
Lo que si puedo decirle y me animo a contarlo, es que el traslado de la Compañía pudo haberse realizado sin escolta. Yo no recuerdo haberla visto, ni tampoco en la playa, aunque pudiera ser que durante el viaje se situara delante o detrás, el caso es que nadie lo recuerda y este aspecto me ha llamado siempre la atención pensando que a los pocos días el convoy fue atacado en la zona de las dunas.
En esa zona, contemplábamos el paisaje sin preocupación alguna, a la vez que asumíamos la pericia de los conductores nativos sorteando las dunas.
Horas antes podríamos estar preocupados pero era por secarnos al sol, en la arena de la playa, tras el remojón del desembarco.
Estoy completamente seguro, sin temor a equivocarme, que en ningún momento, ni en el desembarco, ni en la espera en la playa ni durante el traslado, empuñamos el fusil con idea de defensa.
Creo que están sus preguntas contestadas, y que alguna de las cuestiones que le intrigan ya no lo sean tanto.
Mis más cordiales saludos.
Francisco Parra Vidal.
Febrero de 2008.
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Para que los lectores se hagan una composición del escenario donde ocurrieron los hechos, incorporamos al relato del Comandante Parra un gráfico de operaciones extraido del libro del Coronel Carlos LaOrden titulado "Historia Militar de las transmisiones - El Regimiento del Pardo".