Estimados amigos de “Historias de El Pardo”:
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En el suplemento de ABC “XL SEMANAL”, número 1.131 de fecha 28 de junio al 4 de julio de 2009, leo un magnífico artículo titulado “El Príncipe Gitano” cuyo autor es el genial Arturo Pérez Reverte.
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El ilustre periodista, hace una semblanza de la trayectoria artística de Enrique Castellón Vargas, “El Príncipe Gitano”. Entra en todo lujo de detalles y demuestra su profundo conocimiento del artista, del cual, según declara, era un gran admirador.
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“El Príncipe Gitano”, para los lectores de este blog que no lo recuerden o no sean de su época les aclaro: era un artista de los pies a la cabeza, nació en 1928 en Ruzafa (Valencia), quiso ser torero, pero Dios no le llamó por ese camino. Tenía una planta impresionante: Alto, tez blanca, ojos azules, cabello negro rizado… Al no poder destacar en el mundo de la tauromaquia se dedicó a la canción. Fue un cantante flamenco con un estilo muy peculiar, tenía una elegancia y una fuerza en el escenario como pocos. Interpretó varias películas y sus canciones eran escuchadas en la radio de los años 50 y 60 asiduamente, destacando dos que fueron grandes éxitos: “Tani” y Cortijo de los Mimbrales”.
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Pero el Sr. Pérez Reverte, omite—no intencionadamente, sino quizá por desconocimiento—un detalle que es curioso dentro de la biografía del artista y que para los veteranos de nuestro Regimiento es de suma importancia.
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Siendo la primavera de 1959, el que les escribe juraba bandera en el “Zarco del Valle”, por aquel entonces este acto se celebraba en el patio de armas del regimiento. Juraban bandera juntos los miembros del Regimiento de Transmisiones y los del Batallón de Transmisiones—esta Unidad se ubicaba a las espaldas del regimiento—, cual fue mi sorpresa cuando vi en la cabeza de la formación—por su altura le correspondía—al “Príncipe Gitano”.
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Por entonces este artista tenía ya 31 años de edad, era muy mayor para jurar bandera, pero los veteranos saben que en aquella época los artistas y deportistas de élite no hacían la mili como los demás; les daban prórrogas y permisos especiales y, a lo sumo, sólo realizaban algunos días de período de instrucción. Eso sí, tenían que jurar bandera obligatoriamente.
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Enrique Castellón Vargas, “El Príncipe Gitano” juró bandera con el que les escribe, iba impresionante con el uniforme arreglado a su medida, mientras que los demás llevábamos el pelo rapado desde el cogote hasta la coronilla, él conservaba su largo pelo rizado, desfilaba como si no hubiera hecho otra cosa en su vida. Estoy seguro que este hombre era impecable en todo lo que hacía.
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Los lectores de este blog se preguntarán el porqué no le cortaron el pelo como a los demás. Según se comentaba entre la tropa, “El Príncipe Gitano” llegó a un acuerdo con los jefes, si le dejaban el pelo—algo necesario para sus actuaciones—, él regalaba para el día del Patrón una vaquilla que torearía en una pequeña plaza portátil dentro del Batallón de Transmisiones. Así lo hizo, el día de San Fernando de 1959, toreó para la tropa del regimiento y del batallón, vestido de corto y con sombrero cordobés Enrique Castellón Vargas, “El Príncipe Gitano”, unos de los artistas más importantes de la época.
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Esta anécdota, aunque la he comentado de pasada en algunos escritos míos publicados en el blog, creo que merecía un escrito aparte y exclusivo para completar el magnífico artículo de Pérez Reverte.
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Un saludo a todos
Antonio Colomina (Alicante)
(Foto: blog "El quicio de la mancebía")
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