Este relato que sigue a continuación es un pequeño homenaje al teniente Iglesias, al sargento Gajete y a los soldados de innumerables reemplazos que plantaron, regaron con agua y cuidaron de los numerosos árboles, que hoy adornan las calles y jardines del acuartelamiento Zarco del Valle.------------
Hubo una vez un teniente que estuvo muchos años ejerciendo como teniente subayudante, es decir, segundo ayudante del coronel. El primer ayudante era un capitán. El teniente de nuestra historia, además de ejercer su cargo: llevar la subayudantía y revistar a diario a la guardia entrante, era el responsable del despacho del pan, de la lavandería, del almacén de vestuario…También se encargaba los domingos de preparar el altar para que el capellán celebrase la Misa de campaña. Y también hacía de abanderado cuando había ceremonias militares, al ser el teniente más antigüo.
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Un día en el bar de oficiales, mientras se tomaba solo un café (porque no bebía ni fumaba) un alférez de la I.P.S. (milicia universitaria) le dijo: “Usted, mi teniente, debe de ganar mucho dinero porque le veo por el cuartel todos los días y a todas horas…” La respuesta del teniente no se hizo esperar: “ ¡ ja, ja, ja, ….!”. Le dio un ataque de risa. Era evidente que a pesar de tanto trabajo el teniente cobraba la misma paga que los demás.
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Aparte de las funciones citadas, le encargaron reforestar el cuartel del Regimiento de Transmisiones, para lo cual le dio el coronel carta blanca y que no reparase en gastos: comprar árboles en los viveros, plantar dichos árboles, arbustos, comprar flores y abonos para el jardín, podar en su temporada los árboles ya existentes, etc… y con la colaboración del equipo de soldados del sargento Gajete (padre) comenzó dicha tarea, que se prolongó en el tiempo durante los años siguientes. Ya se quedó con el mote de “el teniente de los arbolitos”. Toda la zona forestal y jardines del cuartel que hoy en día lucen tan hermosos, son obra de él y de la gente que intervino en este trabajo. Esta actividad se realizó durante los mandatos de los coroneles Bellod, Escandella y Fernández Gabarrón.
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En una época (años 60) en que la mayoría de los hijos o familiares de militares no pisaban los cuarteles (sólo hacían la instrucción y juraban Bandera) un sobrino de este teniente decidió ingresar como voluntario en el Regimiento. Porque su padre ya le advirtió que: “los familiares de militares deben de hacer la mili como todo el mundo y hay que predicar con el ejemplo, así que tú a la mili”.
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En una época (años 60) en que la mayoría de los hijos o familiares de militares no pisaban los cuarteles (sólo hacían la instrucción y juraban Bandera) un sobrino de este teniente decidió ingresar como voluntario en el Regimiento. Porque su padre ya le advirtió que: “los familiares de militares deben de hacer la mili como todo el mundo y hay que predicar con el ejemplo, así que tú a la mili”.
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Este soldado, encontrándose en una de las clases teóricas al aire libre en el patio, un día le llamó el sargento Mayayo que daba dicha clase, le agarró por el hombro y dijo en voz alta delante de todos: “El tío de este chaval fue quien plantó todos estos arbolitos”. A partir de aquel día y hasta su licenciamiento, el sobrino del teniente tuvo que sufrir las bromas de sus compañeros y cada vez que se cruzaban con él le decían con mucha guasa: “ ¡Ehh ¡ ¿Quién plantó estos arbolitoooos?”.
Delante del altar desmontable de San Fernando
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(de las "Memorias de un ex-cabo 1º de Transmisiones)