Por Sabaté y
Acebes.-
Precisamente,
este primer semestre de 2016 se cumplen 58 años de un regreso feliz de los
componentes de la Compañía Expedicionaria de Radio del Regimiento de
Transmisiones de El Pardo. Una estancia dolorosa por sus circunstancias, pero
amparada por el honor de un servicio cumplido entre compañeros y superiores,
(campaña Ifni-Sahara 1957-1958).
Muchos son
los años transcurridos y muchos recuerdos todavía permanecen. Somos los que con
80 años ya cumplidos y algunos a punto de cumplir, todavía mantenemos una
ilusión de una memoria histórica, sobre todo íntima, gracias a una amistad que,
a pesar de ser sembrada en arenales y zonas rocosas y desérticas, ha
fructificado en nuestros corazones. Ello nos obliga a considerar lo grande,
pero lamentamos la escasa relación entre los que fuimos compañeros y no haber
tenido más encuentros por la dificultad de la localización, pese a la infinidad
de esfuerzos al amparo de este Blog, en el cual, a través de aportaciones
literarias, han estado todos presentes y siempre lo estarán. Asimismo, y
aceptando la Ley de vida ¿cuántos de aquellos jóvenes habrán medrado jubilosos? ¿Y cuántos han llegado al
descanso eterno? Para ellos y sus familias, nuestro sincero sentimiento.
Y a esos
símbolos de amistad y recuerdo, se añaden con frecuencia otros elementos
físicos –más que materiales- que se aúnan en el alma. No es el llanto, sino
clamar como mínimo un abrazo de reconocimiento para aquellos que participamos
en aquella contienda. Casi diría “el último grito” ante los estamentos del
país, que, poco a poco, ha ido borrando y arrancando hojas entrañables – por
humanas- de la historia del siglo XX. Y
han sido muchos los gobernantes desde el año 1958 que se han hecho los “sordos” incluyendo la etapa de la Transición
y, hasta la hora presente, la Democracia. Claro que también se han alineado,
tanto los historiadores como todos los medios de difusión, eso sí, para
destacar la circense visita a Ifni de unos artistas, con imágenes éstas que han
repetido hasta la saciedad.
Paradójica y
lamentablemente, no hemos sido los únicos olvidados de aquella vergonzante
guerra. También lo han sido nuestros oponentes. Los saharauis, que lucharon, en
su mayoría, engañados con la esperanza de lograr la independencia de su tierra,
para luego verse perseguidos y sufrir la humillación de verla invadida por otra
potencia colonial, que los expulsó a un rincón desolado de su territorio donde
sobreviven precariamente de la caridad internacional desde que España les
abandonó a su suerte el 27 de febrero de 1976 hace ahora cuarenta años.
Estos días,
una serie televisiva, nos ha recordado la permanente incapacidad de los
gobiernos españoles para cubrir las necesidades de los soldados que enviaron a
tierras lejanas para dizque proteger los intereses patrios. En los postreros
días de la guerra de las Filipinas, en Baler, un enfermero comenta: “He visto
enterrar a más muertos por el hambre y el beri-beri que por armas del enemigo”.
Y así viene ocurriendo desde los Tercios de Flandes con las imágenes repetidas
de los soldados desarrapados, abandonados a su suerte; la guerra de Cuba, las
del protectorado en África. Y así nos sentimos nosotros, en pleno siglo XXI.
Abandonados y olvidados, entonces y ahora.
Son todavía
hoy muchas asociaciones de estos veteranos que esperan el reconocimiento
debido, que mantienen y presentan mucha documentación sin respuesta, aunque sus
listas han visto disminuídas las fichas de afiliados debido al transcurso de
los años. Aún así sigue la esperanza, al menos de obtener un reconocimiento
fraternal acompañado por algún texto de algún erudito escritor de la Real
Academia de la Historia. Eso sí, de buena voluntad.