Aceptado, y con sumo agrado para quienes intentamos que este espacio alcance su objetivo incial, el cual, no nos consaremos de decirlo, es proporcionar a quienes conocieron el Regimiento esa agridulce sensación de los recuerdos de la juventud.
Gracias de nuevo...este es y será tu espacio mientras las nuevas tecnologías nos lo permitan.
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La promoción de voluntarios que ingresó en el Regimiento de Transmisiones del Ejército el 1º de marzo de 1959, fue la primera que vistió la cazadora corta como traje de paseo, sustituyendo la antigua sahariana larga con cinturón. Resulta que al entrar ya en marzo no nos dieron el uniforme de invierno, directamente nos pusieron el de verano. Era tal el frio que hacía que debajo de la cazadora teníamos que llevar camiseta de felpa, camisa y jersey, algunos debajo del pantalón se ponían uno de pijama. En la foto se observará que el cabo veterano que está en el centro todavía llevaba el tabardo. Igualmente, al fondo se observan los árboles totalmente invernales, sin hojas. El día de la foto era domingo, tras la misa que oficiaba el capellán, comandante D. Cándido en el comedor de tropa (aún no se había construído en el patio de armas la capilla), de ahí que no se vea en el patio a nadie, ya habían tocado 'paseo'.Los componentes de la foto son, de izquierda a derecha: Cayetano, Bartolomé (cabo del botiquín) y Antonio. Un saludo a todos
Estimado Antonio: esas eran las chaquetillas cortas que también usamos nosotros en el año 1.964, así como el tabardo de paño gordo que lleva el cabo del botiquín, que pesaba lo suyo, pero ayudaba a resguardarse del frío que hacía en El Pardo durante el duro invierno.
ResponderEliminarEstos uniformes estuvieron vigentes hasta el año 67 en que los volvieron a cambiar de nuevo por otro modelo.
Bienvenido y un abrazo.
Amigo Julio, un detalle que se me ha pasado por alto y tú recordarás. Los uniformes eran de verano o invierno, pero la gorra montañera y el gorro de la borla roja eran siempre de paño de invierno, no había de verano por lo que la cabeza, a pleno sol, te ardía con aquella áspera tela.
ResponderEliminarUn saludo.
Antonio
Estimado Antonio: efectivamente a nosotros también nos dieron dos uniformes de chaquetilla corta y pantalón rectos, uno de invierno de tela gorda y otro de verano con tela más fina, pero en verano no se notaba la diferencia, porque como había que llevar por debajo la camisa caqui de manga larga, cuyas solapas había que sacar por afuera del cuello, el calor se hacía notar.
ResponderEliminarA nosotros nos dieron también dos gorras montañeras, una de invierno y otra de verano, a pesar de ello, en esta última, el sudor te resbalaba por la frente y por las sienes una cosa mala, que te dejaba el pelo completamente mojado.
También nos dieron un traje de faena para dentro del cuartel que era de tela fina para invierno y verano, con pantalones tipo “bombacho” y su correspondiente gorra, tipo béisbol.
En invierno, teníamos un tabardo de paño grueso para faena y guardias, con las trinchas del correaje por encima, para las guardias. Y para paseo, una gabardina, que le llamaban “tres cuartos”.
Respecto al calzado, nos dieron un par de botas de cordones para paseo, otro par de botas con polainas de cuero para instrucción y las guardias y un par de botas de lona con cordones para faena y gimnasia. Estas botas deberían durarte toda la mili, si se estropeaban, tenías que repararlas en una zapatería por tu cuenta, puesto que en el almacén de vestuario no te las cambiaban.
Un saludo.
Por lo que parece, los problemas de vestuario han sido una constante en el Ejército. Mi mili es del 77-78, en Cádiz. Nos ocurría lo mismo que contais.
ResponderEliminarAunque el invierno es tan crudo como al norte, las prendas no protegían del frío. No se conocía el anorak y solo había el tres cuartos, incómodo, con la mugre acumulada de generaciones y que tampoco abrigaba mucho. La solución, la misma que vosotros, pero con prendas civiles bajo el uniforme a la vista: medias de lana, jersey grueso y hasta un chubasquero fino de esos tipo plegable. Y me acuerdo del chubasquero, porque la ropa militar no era impermeable y a cuatro gotas que cayesen acababas calado totalmente.
En verano, que allí si que era caluroso, la situación contraria. Te asabas a fuego lento. Con aquellas botas de media caña, los piés ardían. No había pantalones cortos ni gorras de visera ni sandalias mi nada parecido. ünica solución, ponerse a la sombra si era posible y fastidiarse.
En cantidad y renovación, igual. Era casi imposible renovar una pieza rota o muy desgastada. La solución o intercambiar con los que se licenciaban, o arreglos bajo cuerda con alguno de vestuario o el rastro. Lugar donde conseguí un traje de faena completo, porque solo teníamos uno. Si llovía, te mojabas y no había mas remedio que ir con la ropa mojada hasta que se secase sola.
En fin, vestidos lo que se dice apropiadamente, no lo estábamos.
Saludos cordiales
Solo para coregir un a frase, falta una palabra en donde se refiere a la crudeza del invierno. es evidente que en el sur el invierno NO es de ni de lejos tan crudo como en el norte y menos en la costa.
ResponderEliminarOtro detalle, es que al parecer comparto nombre (Antonio) con otro participante, para que no arme un lío, yo soy Antonio N. Marrero.
Saludos cordiales