El Jardín del Regimiento (por Julio G. Blanco)

Nuestro antiguo cuartel “Zarco del Valle” tenía un jardín que se encontraba a la izquierda según se entraba por la “puerta de carros”. Disponía de una gran variedad de árboles, plantas y arbustos. En primavera florecían las rosas, los tulipanes y los geranios. En los laterales, unas galerías con enredaderas y setos de arizónicas le daban sombra. Unos estrechos pasillos iban a parar a una plazoleta central en donde había una fuente redonda hecha de azulejos decorados, con un surtidor central del que casi nunca manaba el agua. Y unos bancos de piedra dispuestos en círculo y forrados también de azulejos decorados. Un muro bajo con una barandilla interrumpido por dos entradas lo separaba del resto del cuartel. En su conjunto era un pequeño remanso de paz dentro de la vorágine de un regimiento.

La escasez de agua se resolvía mediante el riego desde un carro-cisterna tirado por un mulo y una manguera al efecto. El mantenimiento de dicho remanso de paz, como es natural, estaba asignado a un grupo de soldados al mando del sargento Gagete, una institución dentro del cuartel.

En este jardín es en donde se daban las ”copas de vino español” a los oficiales el día del patrón San Fernando y en otras fechas señaladas, servidas por una plantilla de camareros-soldados del Imperio de Oficiales, nombre que se le daba a su residencia.

La tropa podía acceder a él fuera de las horas de servicio. Era un lugar tranquilo para poder leer un buen libro o escribir la carta a la novia. También lo utilizaban algunos como sitio de “escaqueo” para echarse la siesta detrás de algún arbusto, siempre y cuando no fuera visto por el centinela de la garita más próxima. O para conversar con la novia y la familia (cuando las dejaban pasar)